La Voz
Carlos E. Baz Garfias
La Voz
Autor: La Voz
Esta obra es un "auto publicado" por Carlos E. Baz Garfias
Diseño de portada: Carlos E. Baz Garfias
Foto de portada: Carlos E. Baz Garfias
Todos los derechos reservados. El contenido de esta obra esta protegido por la ley, que establece pena de prision y/o multas, ademas de las correspondientes indemnizaciones por daños y perjuicios, para quienes reproducen, plagiaren, distribuyeren o comunicaren públicamente, total o parcial, una obra literaria, artística o científica, o su transformación, interpretación o ejecución artística fijada en cualquier tipo de soporte o comunicada a través de cualquier medio, sin la preceptiva autorización
El permiso por escrito a Carlos E. Baz Garfias
carlosphotos95@gmail.com
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101 Independence avenue, S.E.
Washington, DC. 25559-6000
Diseñado por el fotógrafo Carlos E. Baz Garfias
Publicado y autor Carlos E. Baz Garfias
en 5440 Enclave Circle #2208, Fort Worth, TX. 76132
ISBN: 0-9713173-1-3Chelo:
Para mi madre, amiga, consejera, e inspiración...Agradezco a mi familia por el apoyo dado,
que en muchas ocaciones no entendían mis experiencias
paranormales, que muchas veces ya no quería saber de ellas.
Para mi Abuelo y Padre que se fueron el mismo año y
no pudieron disfrutar de esta obra.
Una voz que le susurra al oido,
Una voz que lo regreso,
Después de estar varios minutos muerto,
Tirado en el asfalto.
La voz lo a llevado por caminos imaginables,
A conocer seres nunca imaginados,
A conocer lugares mágicos,
Una voz que lo protege de peligros
Una voz que lo ayuda en momentos difíciles.
1
El Primer Encuentro
Una enfermera me acomodaba la almohada de la cama, recuerdo que me comentaba que a lo mejor me que daba una noche en el hospital. Yo la escuchaba atento, sin entender mucho porque estaba ahí - tus papas están hablando con los Doctores en el pasillo - en un momento regresan - seguía diciendo la enfermera - así que no te preocupes - me trataba con mucho cariño y ternura, me sentía cómodo con sus palabras. Yo seguía sin moverme, solamente la observaba - te vas a que dar unos minutos solo - tengo que atender a otros enfermos - moví mi cabeza en señal que estaba bien, la seguí con la vista y salió del cuarto. Cuando regrese mi mirada hacia la parte del centro del cuarto, estaba unas personas enfrente de mi, con sus manos me dijeron que todo estaba bien, me miraban con curiosidad y hablaban entre ellos, yo seguía acostado en la cama, lo miraba también con curiosidad, recuerdo que se veían diferentes a las personas mayores que conocía, pero no sabia porque. Uno de ellos se fue acercando hacia mi, lo miraba atentamente, se agacho un poco y acerco su cara un poco hacia la mía, sonreía, era muy blanco y brillaba, había una luz alrededor de el, me llamo mucha la atención, que alce una de mis manos para tocarlo, el dejo que yo lo acariciara, tiernamente tomo mi mano y la volvió a poner sobre la cama, después con su mano derecha toco mi cabeza cariñosamente, la mano fue bajando hasta que sus dedos tocaron muy sutilmente mi boca, yo lo miraba con los ojos bien abiertos, pero no me movía, ni decía nada, me sentía tranquilo con las caricias que producían sus dedos alrededor de mi boca. 2
Poco a poco la separo y regreso con el grupo de personas que estaba en el centro de la cama. Mi miraron todos al mismo tiempo y desaparecieron.
Este fue el primer encuentro que tuve con los seres luz, los seres dimensionales, encuentros que nunca han terminado, al contrario se han incrementado.
Mis padres entraron junto con los Doctores al cuarto, mi madre fue la primera que se acerco a mi, me acaricio la cara - voy a la casa por algunas cosas y regreso en un par de horas - nos vamos a que dar una noche aquí - con un movimiento de mi cabeza le dije que estaba bien. Uno de los Doctores comento que por ultima vez revisaría la herida, se acerco y me pido que abriera la boca, recuerdo que vi sus ojos, se hicieron mas grandes, enseguida se separo de mi y le dijo a otro Doctor que me observara la lengua, vi a mis padres que tenia cara de asombrados, volví abrir la boca - no puede ser - comento el segundo Doctor - esta completamente cerrada la herida - No hay daño alguno -
Jugaba con mi hermana en medio de la sala, ella es un año menor, mis otros 3 hermanos mayores se encontraba en algún lugar de la casa; Mi madre había salido a pagar la renta y mi padre se encontraba trabajando. Todo fue muy rápido, caí, mi boca golpeo con la punta de la mesa de centro, no recuerdo mucho la escena, mi hermano mayor salió en mi auxilio, me puso una toalla en mi boca para detener el derramamiento de sangre, mi otro hermano salió a pedir ayuda a los vecinos, y el segundo de mis hermanos fue en busca de mi madre para darle la noticia. Fueron minutos de caos, el golpe con la mesa me había cortado la lengua, de milagro no se corto en dos pedazos, quedo colgando de milagro.
Ya en el hospital los Doctores detuvieron la hemorragia, comentaron que no podía coser la herida ya que la lengua es muy sensible y se haría pedazos, así que tenemos que esperar como evoluciona. Un tercer Doctor se acerco a mi y tuve que volver abrí la boca, no sabia que estaba pasando, todos los adultos que estaban conmigo alrededor de mi cama hablaban al mismo tiempo. - No puede ser - comentaba los tres Doctores, mis papas sonreían de felicidad, mi papa se acerco a mi y rectifico lo que los Doctores habían visto. No hubo necesidad de que darme una noche en el hospital, regresando tarde a casa con mis padres. Lo único que me que do de mi cortada fue que tomo forma de una cruz que hasta la fecha sigue.
Me Fui Por Un Instante
Llegué a la avenida principal, era un sábado, soleado, un clima perfecto para el fin de semana. La avenida Acoxpa es muy larga y ancha, cuenta con 4 carriles de cada lado; 4 de ellos se ocupan como estacionamiento y en medio tiene un camellón lleno de plantas y pequeños árboles. Realmente era una avenida hermosa, será que la veía con esos ojos ya que la conocí desde que nació, recuerdo que era un pequeñuelo cuando por primera vez la crucé. No sé si fui el primero en hacerlo o de los primeros en atravesarla, había mucha gente en ese momento. Estaba muy impaciente en el día de su inauguración, al verla frente de mi, terminada, me dio un poco de miedo al ver lo larga y ancha que había quedado. Cuando empecé a cruzarla sentí una sensación extraña en todo mi cuerpo y al llegar al otro lado de la avenida fue como si ella me hubiera dado una palmada en la espalda dándome a entender que todo estaba bien. La avenida siempre estaba ahí, igual, como todos los años; algunas veces con un arbolito nuevo o uno menos; por las mañanas siempre estaba tranquila, un poco congestionada por las tardes y por las noches volvía la calma. Ella era una avenida muy hermosa para ser usada en algunas ocasiones por transporte pesado. Muchas veces la recorrí de punta a punta; las primeras veces fueron en autobús o en el carro de papa, pero al ir creciendo lo que más me excitaba era correrla por en medio del camellón esquivando los arbolitos y plantas que la adornaba, sentía que ella corría al lado mío, como que no quisiera que yo llegara primero a la meta. Me atrevo a decir que algunas veces hasta con los ojos cerrados la crucé. Sabía que ella me cuidaba, lo sentía, lo olfateaba; ya que al pasar el tiempo nos volvimos muy amigos; fue el momento que empezó una gran amistad.
Muchos comentaron que fue el destino, otros dijeron “por ir jugando”, los mas excéntricos comentaron que “la izquierda" lo había mandado hacer. Algunas veces pensé que mi avenida se había molestado; pero nunca se quejó, ni cuando la cruzaba con los ojos cerrados, siempre me cuidaba, me guiaba para llegar al otro lado de la cera. Le encantaba que pasara con mi bicicleta (aunque nunca me lo dijo) y que invitara a mis amigos para que entre todos hiciéramos “suertes” encima de ella; muchas veces me dio pena ya que sentía que la lastimaba. Ya no quería ponerle más peso de lo que siempre recibía todos los días.
Después de un tiempo me dediqué a viajar por el mundo, donde llegué a conocer otras avenidas; unas más grandes que la mía, otras más chicas, algunas más hermosas y elegantes, algunas presumidas y delicadas, otras muy sencillas, así como otras que se están muriendo de viejas. Pero todo ello no me ha servido de nada ya que no he podido encontrar la respuesta de lo que paso ese día.
- ¿Como fue que se rompió mi rutina de todos los sábados ? -
- ¿Porque yo?
- ¿Cual fue la razón?
Si mal no recuerdo la estaba cruzando alrededor de las 3 de la tarde, no era la hora habitual; regularmente lo hacía entre las tres y media y las 4 de la tarde. Recuerdo muy poco de ese día, es como si hubiera perdido la memoria, mi cerebro dejo de funcionar por unos segundos. Caminaba lento, rápido o estaba imitando a mi corredor favorito, no lo sé; lo único que recuerdo es que ella se encontraba sola como muchas veces llegué a verla; en silencio, calmada, como si estuviera, tomando la siesta. Algunos carros se encontraban estacionados de ambos lados de la acera. También algunas personas caminaban a los costados de la avenida - Creo que era el único que la estaba cruzando en ese momento - Cuando me di cuenta, se acercaba a mí como un toro enfurecido al ver a su víctima, corría a gran velocidad, listo para clavarme sus filosos cuernos y hacerme volar en pedazos, en medio de la gritería del público que ese día acudía a la Plaza de Toros. Todo fue muy rápido, pero a la vez fue como si en ese momento el tiempo se detuviera. Vi una sombra de una figura humana a mi lado, oscura y alta.
Después de mucho tiempo conocí a dos personas con un relato muy parecido al mío. Hablamos sobre que no tenemos miedo a la muerte, aunque estemos en situaciones peligrosas. El primer relato es de una chica: comento que cuando estaba comiendo, algo se le atoro en la garganta, que no la dejaba respirar. En esos momentos de desesperación, sentía que se moría, pero a la vez sintió a alguien a su lado, ella la describe como la muerte. La muerte le pidió que se fuera con él, ella lo acepto; diciendo que quería irse con él. El otro relato es de un hombre: dice que cuando estaba convaleciendo en una cama de un hospital, después de un accidente automovilístico. Sintió a la muerte a su lado y en ese momento acepto a la muerte. Ellos afirman que, al enfrentarse de esa manera a la muerte, su vida cambio, y nunca más han tenido miedo.
Ellos me dijeron que cerrara los ojos y me relajara, que dejara volar mi mente. La imagen llego en segundos, volví a ver todo claramente, lo que descubrí no me sorprendió, porque ya lo sabía, pero esa imagen que vi, en ese momento no puede decir que era la muerte como ellos dicen, no estoy seguro, aunque después descubrí que si era la muerte. Recuerdo todos los detalles.
Mi vida cambio totalmente después de ese accidente. Empezaron a sucederme cosas extrañas que después de muchos años continúan sin parar.
Estaba preparado, lo acepté, recuerdo que dije: - "estoy listo" - Estaba preparado para morir. Estaba contento, feliz, sabía que había cumplido, no es necesario vivir miles de años, pero una voz cambio todo. Esta voz que siempre me susurra al oído, una voz que apenas alcanzo a escuchar pero que es lo suficientemente fuerte para que yo siga sus instrucciones. Esa frase que he escuchado miles de veces, pero en este momento se ha hecho presente de otra manera, la escucho muy lejana de mí, pero a la vez muy claramente.
En cuestión de segundos me transporte en una máquina del tiempo, mi pasado, presente y futuro estaban ante mí, como si estuviera viendo una película de mi vida a gran velocidad. Mi cuerpo yacía sobre el asfalto boca abajo, ya sin vida, mi espíritu viajaba atreves de un túnel infinito lleno de colores hermosos, brillantes que no me dejaban ver con claridad, sentí una paz interior muy agradable, me acercaba al final de este túnel, la luz se hacía más brillante y hermosa, me sentía contento, me sentía feliz de estar en este lugar que no puedo explicar con palabras. Antes de llegar al final una voz cambio todo, cambio mi destino - "todo está bien", eso fue lo que pronuncio esa voz que oí a lo lejos pero muy cerca de mi oído. Mi cuerpo que yacía en el asfalto empezó a moverse lentamente, mis ojos empezaron a parpadear, me levante lentamente. Supe que había regresado al mundo que había dejado unos minutos antes.
La poca gente que vio como un carro a toda velocidad me atropellaba y me levantaba por los aires se acercó cautelosamente para socorrerme.
Una señora, comento - pensé que estaba muerto - Me explico que volee por el aire y mi espalda golpeo el parabrisas del carro. Ella me preguntaba si estaba bien, que esperara a que llegara la ambulancia - gracias, no tengo nada y realmente estaba bien.
Nunca supe cuánto tiempo estuve fuera de este mundo, no sé si fueron segundos o varios minutos. Lo increíble del caso fue que el automóvil golpeo mi pierna izquierda, mi espalda pego con el parabrisas y caí violentamente sobre el asfalto. Y no tenía ni un moretón, no tenía ningún dolor, ni un rasguño, nada, es como si no hubiera pasado nada, ni mi ropa estaba sucia, no había marcas del accidente sobre mi cuerpo ni sobre mi ropa. Regresé a casa, mi Madre no creyó nada de lo que le conté….hasta después de muchos años se convenció de todo lo que me sucede.