La Otra Cara del Asesino: Matar es Una Experiencia Extraña

 

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1: El asesinato.

Colecciono todos los artículos del periódico relacionados con el asesinato desde Noviembre; es la única manera dmantenerme dentro de la realidad. Verlos causan un gran vacío en mi estómago pero es la única manera de recordarlo. 

Algunos de esos recortes tienen como encabezado que un asesino en serie, gente muerta aparece muerta todos los días y no necesariamente tiene que haber un asesino en serie. Gran parte de esos recortes los tengo pegados en la mitad de mi habitación, pero mi madre siempre ha estado en contra de esos recortes, claro. Es un cuento de nunca acabar. 

Siempre que aparece un nuevo cuerpo en la calle, la prensa trata de relacionarlo con el asesinato de mi primo. Aunque él y yo no éramos tan unidos, nos teníamos mucho afecto. Tenía dieciocho años cuando fue asesinado, entraron a su casa en plena madrugada y simplemente lo clavaron un cuchillo. Aún me cuesta creer que la prensa relacione su asesinato con otros asesinatos cuando fue mi testimonio el que provocó que Karina Cabrera ingresará a la presión. Yo estaba la noche que lo asesinaron y cuando el asesino se fue, pude observar el abrigo de Karina. Ella era una exnovia de Ricardo, actualmente tiene veintidós años y sigue en prisión.  

También tengo recortes de periódico dónde salgo yo. Fue demasiado sencillo para la prensa nombrarme el vencedor del caso, gracias a mi Karina está en prisión. Creo que se lo merece. 

Desde el mes de Noviembre del año pasado que me siento terrible, pensaba que después de casi un año los recortes se convertirían en un recuerdo, pero cada vez que los veo siento pena por mí mismo.  

Mi madre, quién ha tenido que batallar conmigo y con mi hermano pequeño, Alejandro; tan sólo tiene doce años y mi madre parece que no nos soporta a ambos. Es una mujer de mediana edad y tiene un gran problema con el cigarro. Siempre me recuerda que Alejandro y yo podemos ser mejores que mis hermanos mayores: Casey de veintiocho (desconocemos su paradero); Daniel de veinticinco; Edgar de veinte; Yo (Juan Carlos) de quince y finalmente mi hermano Alejandro de doce. 

Hoy, veintinueve de Octubre mi primo cumpliría diecinueve años; el tres de noviembre cumple un año de muerto. Por alguna razón, su madre no quiso celebrar su cumpleaños junto con su velorio, pero no importa, ya está muerto. 

Son las siete de la mañana, todo la luz a mi alrededor choca con las paredes blancas y la habitación se ilumina por completo. Me cuesta trabajo levantarme, pero unos minutos después ya estoy sentado en el sofá con un tazón lleno de cereales. 

Y para antes de mediodía ya estoy en casa de Nancy, la madre de mi primo, con mi mejor amigo: Alan. 

Entonces pasa el momento más extraño que jamás haya visto. Nancy pierde los estribos y rompe en llanto. 

¿Está bien?Me pregunta Alan. Su apariencia es  de un chico bueno; cara redonda, ojos claros, tez morena y una cabellera negra; pero siendo sincero es el más hijo de puta de mis amigos. 

No lo creocontesto. Hace casi un año que su hijo fue asesinado, pero supuse que ya lo habría superado. 

Mi madre nos echa una mirada y después se vuelve hacía Nancy. 

¿Puedes calmarte por el amor de Dios?Dice mi madre casi tomando a Nancy por el cuello¡Ya ha pasado un año! ¡Llorando no lo traerás de vuelta! 

Este tipo de conversaciones suelen poner mis nervios de punta, pero mi madre tiene razón, llorar no es la respuesta. Ver a Nancy llorar me hace recordar a mi en Navidad del año pasado, siempre que pasaba por mi habitación y veía los recortes me esperanzaba con mi Ricardo llegaría pronto por la puerta principal con un regalo para todos. Sólo me engañaba a mí mismo. 

¡Lo han sacado!Dice Nancy sollozando 

¿Qué?Pregunta mi madre desconcertada¿Cómo que lo han sacado? 

Su cuerpo ya no está en la tumba. 

Me levanto de mi asiento de golpe. 

No puedo creerlodigo incréduloNi siquiera su cuerpo puedes cuidar, ¿verdad? 

Tomo mis cosas y salgo de la casa, Alan sale enseguida detrás de mi. Mientras camino, Alan viene diciéndome tantas cosas que he preferido ignorarlo. Antes de darme cuenta ya estoy en su casa tomando un jugo. 

Es un buen jugoconfieso. 

—Lo es. 

Después de pasar el rato en casa de Alan, decido visitar a mi novia, Angélica. Es un chica muy bonita, no muy alta, el cabello rojo y los ojos color café claro. 

—¡Amor!—Grita al verme—Creí que no te vería hasta mañana. 

—No podía verte hasta mañana. Tenía que hacerlo hoy. 

—Está bien—me dice—. Pasa—me opongo pero ella pone los ojos en blanco y después dice—: No hay nadie, no habrá quién te muerda. 

Paso. Siempre me ha parecido que su casa es elegante. Por supuesto que lo es, sus padres tienen un buen trabajo y supongo que ganan bastante dinero entre los dos. 

Tomo a mi novia por la cintura y la beso en el cuello. 

—Basta, campeón. 

—¿Qué tal si en vez de hacer un PG-13 hacemos un R? 

Se vuelve hacía mi y me sonríe. 

—Vale. Pero sólo un minuto. 

Asiento y caminos rápidamente a la sala. Primero me siento yo y ella se sienta en mí. No hacemos otra cosa que besarnos y tocarnos mutuamente. Cuando mi mano toca sus genitales, ella se echa hacía atrás y dice: 

—Vale, vale. Eso es todo. 

—Perdón. No quiero presionarte—confieso. 

Después de convivir con ella, decido que ya debo irme. Mi novia me acompaña hasta la puerta la beso y antes de irme y de que cierre la puerta, me apresuro a decir: 

—Y sobre el sexo... No quiero presionarte a nada. 

—Está bien. 

Sonrió. Ella sonríe y me voy alejando sonriendo como un idiota. 

Llego a mi casa, mi madre no le toma importancia y apenas me dirige la mirada, mi hermano Alejandro mira la televisión y yo sólo me voy a mi cuarto a ver la televisión. 

Al paso de unas hora me aburro y decido leer un libro. El libro que tomo es "Matar a Un Risueñor". Me quedo dormido y esa noche sueño con mi primo Ricardo. 

En mi sueño, me visualizo unos días después de su entierro,  me veo tirado en la banqueta, afuera de mi casa, lloviendo y yo estoy llorando a no mas poder. Y simplemente no podía parar. Y seguía. Y seguía. Y seguía... Pero todo cambia cuando alguien encapuchado me toma de los hombros, me levanto sin protestar y lo abrazo. Así sigo por un buen rato. 

A la mañana siguiente me despierto alterado y sudando. Me vuelvo hacía los recortes y me recuerdo una vez más que tengo un problema desde que asesinaron a mi primo. 

Me cuesta trabajo levantarme de la cama, pero aun así lo hago y me levanto. Me aseo y después desayuno y me largo a mi escuela. 

Camino lenta y tranquilamente, pero ese ambiente de paz y tranquilidad se va a la mierda cuando una voz femenina grita mi  nombre. Me giro hacía atrás para ver quien gritaba mi nombre y veo a una de mis amigas: Isabel. Una de esas chica poco altas, cabellos dorados, ojos claros y de tez blanca. 

—Miren quién se deja ver—dice y después me saluda de un beso en la mejilla. 

—Miren quién decido  dejar de ser una niñera y venir por fin a la escuela. 

—Vine ayer. Tú no.  

—Da igual—contesto—. ¿Quieres caminar a la escuela o te quedaras parada ahí? 

Me da un golpe en el hombro, se comienza a reír y  dice algo que no alcanzo a escuchar. Los dos caminamos en silencio un par de segundos por la banqueta hasta que ella rompe el silencio. 

—Y dime, ¿Cómo haz estado? 

Supongo que bien—contesto con indiferencia—¿Cómo estás tú? 

—De maravilla—contesta con tanta alegría que sentí ganas de empujarla para alejar a ese monstruo feo de mí. 

—¿Te cogiste al fin a Jorge? o ¿Finalmente lograste quitarte a toda tu familia de encima? 

En vez de recibir una respuesta, recibo una buena bofetada. Pero por alguna razón no me molesta. 

—Ninguna de las dos, imbécil. Solamente, me siento feliz. 

—Ya veo—contesto—. De igual forma, si cogieras con Jorge serías más feliz... sólo digo. 

—¿Por qué?—me dice antes de soltarme otro golpe—¿Te fuiste a coger con él? ¿Hay algo que necesite saber? 

—No. Solamente decía. 

Me lanza una mirada de odio, pero seguimos caminando a nuestro destino: La escuela, o cómo yo la llamo: "Centro de Adolescentes para Arruinarles la Vida Día a Día".  Ambos seguimos caminando y platicando pero me detengo cuando Isa hace una pregunta que me resulta un tanto molesta e incómoda. 

—¿Por qué te haz vuelto muy frío? 

Me quedo inmóvil. No respondo, sólo la volteo a ver y cuando ella se da cuenta de que ya no estoy a  su lado, se vuelve hacía mí, noto algo peculiar en ella: su cabello es más claro y de hecho sus cejas y pestañas también, pero no más claras que su cabello. Frunzo el ceño y contesto: 

—¿A que te refieres? 

—Después de todo lo que ha pasado, haz cambiado y tal vez ni siquiera lo haz notado. Ya no estás con nosotros: tus amigos. Ya no nos dejas ir a verte a tu casa, sólo quieres ver a tu novia y no pasa de ahí. Es como si el mundo y los demás no existieran—dice mientras se acerca y me toma de los hombros—. Siento demasiado lo que le pasó a Ricardo, ya metiste a Karina a la cárcel y te aseguro que estará mucho tiempo allí. Ganaste el maldito caso, ¿recuerdas? Tú testimonio fue... 

La miro a los ojos y puedo notar algunas señas de satisfacción. Antes de que termine la oración me apresuro a hablar. 

—Sí, yo hice que se fuera a la cárcel. Nadie lo va a regresar a la vida por el simple hecho de que ella esté en prisión. Además tú sabes que uno de mis hermanos está desaparecido, ¿verdad?—Asiente—Tus hermanos están sanos y salvos en tu casa, los míos no. 

—Pero soy quién los cuida y si algo me pasa trato de disimular—dice y comienzo a caminar. Ella corre para alcanzarme—¿Por qué tú no lo haces? 

—Porque no somos iguales. 

Seguimos caminando hasta que llegamos a la escuela y me sorprende ver la calle con tantas camionetas de televisaras y patrullas. Las aceras están atoradas con periodistas policías. Es un mar de gente.  

—¿Qué mierda está pasando?—Pregunto. 

—Alguna celebridad, tal vez—responde Isa. 

Le echo una mirada de desaprobación y me adentró a la calle y sólo veo reportaros informado algo sobre una pareja, reporteros entrevistando alumnos y a lo lejos, policías entrando a la escuela. 

Cuando me acerco más a la puerta de la escuela veo a quién menos esperaba ver: Adrián Gonzáles, el maldito reportero al golpeé por llamarme mentiroso. Desde entonces, no deja de decir que mi testimonio es falso. Sin embargo, cuando me acerco mas, puedo ver que está entrevistando a mi mejor amigo, Alan. Me pongo atento a lo que dicen pero no entiendo bien cuál es el punto de la charla. Avanzo un poco más y lo escucho todo. Dos jóvenes, una chica y un chico, sin identificar todavía, fueron asesinados esta madrugada. Los padres del chico los encontraron muertos en su casa. A la chica la encontraron en un sillón y al chico atado a una silla; ambos abiertos de arriba-abajo, con los sesos de fuera.  

La noticia es cómo un golpe en los testículos. Mdesconcierto y me quedo parado un par de segundos en medio de todos. Me imagino a mi en la escena del crimen, viendo a Karina Cabrera abrir a la chica, pero sólo grito porque temo que haya escapado de la cárcel para tomar venganza y matarme. Sin esperar nada, una voz me asusta. 

—¿Puedes creer esta mierda?—Me pregunta Sarette. 

Ella es una chica morena, alta y bonita. Siempre le he encontrado atractivo por sus ojos café claros. Es vanidosa y terriblemente sexy. Es hermana de una ayudante de la policía: Yara. 

—No—contesto—¿Qué ha pasado? 

—Andrea y su ex fueron asesinados anoche.

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2: ¿Asesino?

Me cuesta trabajo creer lo que acabo de escuchar. Pero obviamente no pude ser broma, Yara trabaja en la estación y Yara no es de esas personas que mienten.

—¡Qué! ¡Cómo!

—Lo mismo me pregunto. Nadie tiene ni puta idea de cómo pasó.

Ambos caminamos a la entrada de la escuela.

—¿Te lo dijo Yara o lo escuchaste o husmeaste entre sus cosas?

—Yara me lo dijo esta mañana. Dijo que es peor que lo de tú...—se detiene y me mira como si supiera que ya lo ha arruinado, y ambos sabemos de que está hablando—...es malo, muy malo.

Después entramos a nuestro salón y de la nada, recuerdo cuando todos estábamos en un mismo salón; Alan, Axel, Kevin, Christian, Uriel, Jorge, Isabel, Diana, Sarette, Andrea y Sandra. Sarette y yo nos sentamos juntos y seguimos charlando del asesinato. Ella lo cuenta con tanta tranquila que tal vez crea que tiene garantizada su seguridad. Después-bastantes minutos después-llega mi maestro de inglés y nos explica el porqué de su retardo: alguien intento abrir su casa y le robaron el coche. Comienza a dar su clase y yo, como es de costumbre, me pierdo en mi mundo.

Siempre he imaginado bastantes cosas en la clase de inglés, pero con lo que le pasó a éste señor hoy, no puedo dejar de pensar que el siguiente podría ser yo, de hecho, pienso que podría ser cualquiera de esta escuela porque viendo bien las cosas todo está muy unido para que sea coincidencia. Primero el asesinato de mi primero, después Andrea y-creo que se llama Alexis-y su ex y ahora el intento de robo a la casa del profesor y finalmente el robo del auto de éste último.

—¡Juan Carlos!—Me grita el profesor.

—¿Sí?—Pregunto con tranquilidad.

—La dirección te necesita.

—¿Para qué?

—Parece que quieren hacerte unas preguntas.

Cierro el cuaderno y dejo la pluma dentro, me levantó y me dirijo a la puerta. Camino hasta la dirección y subo el par de escalones que están antes de la puerta de la dirección. Antes de tocar puedo escuchar la voz del director: «¿Sigue el primo de…?». Pero una voz femenina no le permite seguir. Es Yara. Toco la puerta y el director me pide que pase.

—Me dijeron que me necesitan—digo conteniendo las ganas de tomarlo por el cuello.

—Claro—contesta el señor de no más de cincuenta años—. Unos oficiales quieren hacerte unas preguntas, ¿está bien?

Asiento con la cabeza y después veo a Yara, alzo las cejas y digo su nombre. Ella pasa a mi lado, me toma de un hombre y solamente dice mi nombre antes de salir de la oficina.

—¿Conocías a las víctimas Andrea Islas y Alexis García?—Asiento—¿Eras cercano a ellos?

—Sólo a Andrea.

—¿Cuál era tu relación con ellos?

—Sólo era amigo de Andrea, normalmente Alexis se encelaba si Andrea hablaba conmigo. Tuvimos él y yo conflicto sobre eso pero no pasaba a mas. No éramos amigos.

El policía que me está haciendo las preguntas revisa un folder y lee algo unos segundos y después pregunta.

—Aquí dice que la víctima femenina se empezó a distanciar, ¿sabe por qué?

—No.

Y se la pasan interrogándome hasta que me dicen que ya ha sido todo. Llego a mi salón y de inmediato llaman a Sarette. Alrededor de unos diez minutos ella llega molesta.

—Son unos idiotas, ¿no?—Digo.

—Totalmente.

Para la hora del receso, nos juntamos Alan, Uriel y el resto de nosotros. Para mi es el momento más sagrado porque los puedo a ver a todos.

—¿Les han hecho preguntas?—Pregunta Jorge quitándole la cáscara a una naranja

—Supongo que a todos—contesta Sandra.

Hasta yo donde sé, ellos dos tiene historia y no de la buena. Ellos dos fueron novios un tiempo pero no funcionó en nada, pocos días después de que separaron Jorge estuvo diciendo bastantes cosas malas y ella decidió hacer lo mismo. Al poco tiempo, las malas lenguas dicen que, ellos mantuvieron relaciones sexuales a escondidas. Para mi, los dos son muy guapos: Jorge tiene el cabello castaño y los ojos café oscuro, es alto y muchos dicen que tienen atractivo; mientras que Sandra es una chica de estatura media y cabellos dorados rizados, los ojos color miel.

—Son unos idiotas—respinga Axel.

—A mi no me gustaría pasar mi hermosa adolescencia en prisión—Alan dice y Axel se vuelve a él.

—Tú y tu adolescencia son horribles—termina Axel.

—Tú no te quedas atrás—responde Alan un poco molesto—. Tu afro y tu sobrepeso no te ayudan.

Axel se queda boquiabierto. Alan hasta cierto punto tiene razón. Axel es un poco gordo, tiene el cabello chino rojo y los ojos verde-azules; pero Alan siempre ha tenido el ego tan elevado que supera al Everest.

—Bueno—dice Jorge—¿Les preguntaron si alguna vez fueron a cazar?

—Sí—responden al unísono Alan y Axel.

—No—respondemos Cristián y yo. Y de las chicas no hay respuesta.

Jorge esboza una sonrisa burlona y yo le echo una mirada, rápidamente arquea las cejas y se vuelve con las chicas.

—¿Qué les han preguntado?

Sandra se veía decida a hablar pero Isabel le roba el momento y comienza a hablar.

—Ya sabes, la típica basura: "¿Sentías celos de Andrea?" "¿Odiabas a Andrea?" "¿Tuviste alguna relación con Alexis?", basura, basura, ¡pura basura!

Jorge levanta las cejas, hace una sonrisa poco convincente y después Cristián comienza a hablar.

—He escuchado que han dejado los riñones de Alexis y Andrea en la entrada de la casa de Alexis.

Isabel pone los ojos en blanco, Jorge y Axel se voltean a ver yo me giro a ver a Jorge y las chicas hacen lo que las chicas hacen: quejarse.

—¡Mierda, Chris! ¡Estoy tratando de comer!—Grita Sarette.

—¿En dónde viste eso? ¿Una película?—Pregunta Alan.

—Sí—responde Chris.

—¿Qué no te habían despedido de Blockbuster?—Pregunta Sarette

—Dos veces—Cristián se mete un pedazo de fruta y después sonríe a ésta.

El descanso se termina y cada quién va a sus respectivos grupos. En las próximas horas me la paso pensando en como habrán sido asesinados. ¿Entraron a su casa sigilosamente y después mataron a Andrea y después a Alexis? ¿Los estuvieron asustando hasta que los mataron? ¿Alguien los acechaba y después simplemente entraron por la puerta y los asesinaron? No tengo ni puta idea de como pasó, pero las ideas sobre como pudo haber pasado surgen en mi cabeza. Es casi imposible dejar pensar en ello y por ende, voy creando bastantes hipótesis.

a) Los tenían vigilados desde ya hace un tiempo y sólo esperaban el momento perfecto para atacar.

b) Simplemente el o los asesinos seleccionaron una casa al azar.

Y la pregunta del millón: ¿Cómo lo hicieron? Está claro que tuvieron que entrar a la casa y asesinarlos, pero todavía no entiendo cómo entraron. Supongo que nunca lo sabré... O puedo pedir detalles a Yara. Nunca importa.

Para cuando salgo de la escuela todavía siguen las camionetas y reporteros merodeando en la calle de la escuela; hasta cierto punto me sorprende porque creí que sólo estarían por un rato cómo suelen hacerlo, pero mi subconsciente me dice que esto va para largo.

Me reúno con mis amigos al otro lado de la calle y me uno a la plática.

—Isa y yo estábamos pensando en...—dice Jorge pero no lo dejo terminar.

—Por fin hacen algo productivo.

Jorge imita una risa, pone los ojos en blancos y continua hablando.

—Si la fiesta no se puede hacer en mi casa, lo mas seguro es que se haga en casa de Isabel porque sus papás saldrán todo el maldito fin de semana, ¿Qué dicen?

Todos se voltean a ver, pero nadie dice nada.

—No lo sé—digo—¿Quieres hacer una fiesta el miércoles?

—No seas idiota—dice Jorge poniendo los ojos en blanco—. Quiero hacer la fiesta en viernes.

—Y, ¿qué haremos exactamente?—Pregunta Sandra.

—Pensábamos en hacer un maratón de películas de terror, con cervezas, tal vez música, que hagan lo que quieran—dice Isabel esbozando una gran sonrisa.

—Me parece bien.

Alan y yo nos despedimos y comenzamos a caminar hacía su casa.

—Preferiría estar encerrado en presión a ir a esa fiesta—digo.

—Vamos, hermano, estaremos bien.

—No lo creo, ¿escuchaste lo que paso esta madruga? Andrea y Alexis fueron asesinados. No estoy muy seguro de que estemos bien.

—Sí lo escuché, y estoy bastante seguro de que el que los mató debe ser muy listo y fuerte...¿alguna vez viste el físico de Alexis? Estaban tan ancho y musculoso que podría pensar que él es el asesino, pero ahora está muerto.

—Nunca me agradó—confieso—. Siempre lo odié.

—Somos dos.

Cuando llegamos a su casa, dejamos las mochilas en el suelo y lo primero que hacemos en recostarnos en el sillón.

—¿Quieres ver una película o algo?—Pregunta Alan. Asiento con la cabeza—¿Vamos a rentar una?

—Va.

Vamos a Blockbuster y rentamos Halloween II. Rápidamente llegamos a su casa y él pone el VHS. Preparo palomitas de maíz, una vez listas las vierto en un tazón, después me siento junto a Alan.

Ninguno de los dos dice nada hasta que acaba la película.

Me levanto y dejó el tazón en el fregadero.

—¿Ha sido una mala secuela no crees?

—Creo que ha sido buena—digo y lo volteo a ver.

Alan se voltea y recarga su barbilla en la recargadera del sillón.

—¿Puede traer dulces de la alacena?—Asiento y me acerco a la alacena.

—¿Dulces o salados?—Saco dos bolsas distintas y me vuelvo a Alan. Cuando estoy de frente de Alan, me asusto. Hay una persona totalmente vestida de negro y con una máscara poco convincente de que es payaso asesino—Muy bien, Alan, ¿le puedes decir a Elena que todavía no es Halloween?

—¿Qué?—Alan se vuelve rápidamente y entonces el enmascarado lo apuñala en el hombro.

Da un grito desgarrador, Alan logra patearlo y saltar el sillón. Corro hacía él para levantarlo pero éste me empuja. Insisto en ayudarlo pero sólo me dice que me vaya. Obedezco y corro hacía la puerta. Cerrada.

Pierdo el conocimiento un segundo porque he olvidado como quitar el seguro de la puerta, intento abrirla jalando la perilla pero no cede. Escucho unos pasos cerca de mí, volteo hacía atrás y veo la terrible máscara acercándose, me agacho pero enseguida me abraza y caemos al suelo. Intento liberarme pero el sujeto se pone encima de mi. Pone sus manos alrededor de mi cuello y comienza a estrangularme, a continuación, me levanta la cabeza del cuello y me azota, después me suelta y en automático pongo mis manos en mi cabeza; el asesino pasa rápidamente su cuchillo sobre mis mejillas y en un parpadeo, ya tiene la mano alzada y está listo para apuñalarme. Como reflejo, lo empujo y velozmente me levanto pero éste me toma del pie y caigo nuevamente al suelo. Escucho repentinamente el grito de Alan. el asesino me suelta y me pongo de pie.

—¡Pide ayuda! ¡Hazlo!

Me acerco una vez más a la puerta y por fin puedo quitarle el seguro, abro la puerta pero Alan me grita nuevamente.

—¡Corre a mi habitación y coge el teléfono!

Corro hacía las escaleras y las subo velozmente, Alan me alcanza y nos encerramos. Tomo el teléfono y llamo a la policía. La llamada es rápida así como el asesino. Parece que trata de tirar la puerta pero le está costando trabajo, al darse cuenta que el trabajo se le está complicando, opta por agujerar la puerta.

—¡Abran la puerta!

Cuando las sirenas de las patrullas se escuchan, el asesino huye. Abro la puerta y bajo rápidamente las escaleras, abro la puerta y veo la máscara, en automático doy un grito.

Pero me doy cuenta de que por fin estamos a salvo. 

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3: Mi vida dejó de ser mía

Yara da un grito terrible. Me asusto al escucharla. No obstante, varios policías se acercan y nos empujan a Yara y a mi para poder entrar a la casa.

—¡Hay un herido!—Grita un oficial. Enseguida, dos paramédicos entran con una camilla.

—¿Qué ha pasado?—Pregunta Yara.

—Nos atacó. Alguien nos atacó.

—Ven conmigo.

Ella pasa su brazo alrededor de mis hombros y me saca de la casa. Hay dos patrullas y dos ambulancias afuera, Yara me pide que me acerque a una ambulancia para que me revisen. Lo hago. Me checan velozmente y me dicen que nada me ha pasado; me dan una manta y me quedo esperando en la ambulancia mientras Yara habla con otro policía, mientras tanto, observo como se llevan a Alan en la otra ambulancia. Yara se acerca con el otro oficial y al verle el rostro, lo reconozco, él fue el que me hizo las preguntas esta mañana en la escuela.

—Nos vemos otra vez—dice—. Te haremos unas preguntas, ¿te molestaría ir a la estación para llenar el reporte?—Asiento.

—No te preocupes, Juan, estarás bien.

—¿Qué demonios está pasando?—Pregunta, repentinamente, Sarette.

Yara pone los ojos en blanco y se vuelve a ella.

—No puedes estar aquí, ¿qué haces aquí?

—Vine de visita. ¿Qué demonios pasa, Yara? ¿Juan Carlos?

Yara trata de evadirla, pero le digo que la deje en paz. Yara cede.

—¿Dónde está Alan?

—La ambulancia se lo ha llevado ya.

Sarette me da un abrazo y después se acerca a su hermana. Me bajo de la ambulancia y lo primero que veo es la furgoneta de Adrián González. Me molesto. ¿Cómo hace para enterarse tan rápido?

Le escucho gritar a su camarógrafo, Yara se acerca y me pide que me suba al auto. Lo hago porque no quiero que Adrián se me acerque.

Antes de arrancar, Adrián ya está tocando mi ventanilla y haciendo preguntas.

—¿Te han atacado? Cuéntanos que pasó, ¡la gente merece saber que pasó!

Yara acelera, pero él trata de seguirnos el paso. Yara aumenta la velocidad y al fin, el reportero se queda atrás.

No tardamos mucho en llegar a la estación, pero, como era de esperar, toda la prensa está ahí esperando a que se diga algo de lo que acaba de pasar.

Yara los evade un poco para que Sarette y yo podamos pasar. Nos cuesta un poco de trabajo, pero logramos entrar. Yara me pide que permanezca en la entrada.

—¿Ya sabe tu madre?—Sacudo la cabeza—Tienes que avisarle.

Giro mi cabeza hacía ella y ella solamente frunce el ceño. Yara se acerca nuevamente y me dice que la siga. Lo hago. Ella me lleva a una oficina más grande que las otras, hay un hombre esperando; este hombre tiene una calva que abarca casi toda su cabeza, es estatura media y se nota que ha estado ejercitándose. Seguramente es el comandante. El hombre le dice a Yara que espere afuera y ésta le hace caso. Me hace una serie de preguntas y yo las respondo. Sus preguntas no tienen nada que ver con la de los dos oficiales que nos interrogaron en la escuela esta mañana, sino que esta vez, ya siendo una víctima, puedo dar más detalles. Digo todo lo que pasó, lo que vi, lo que le hizo a Alan. Hace casi media hora me salvé de ser asesinado por-lo más seguro-un psicópata.

—Eso es todo. Ya puedes retirarte—dice él y salgo.

—Tú mamá ya viene en camino—dice Yara.

—Gracias. 
Espero alrededor de veinte minutos hasta que mi santa madre llega bastante preocupada.

—¡Juan Carlos!—Grita mi madre—¿Estás bien? ¿No estás herido?

—No, mamá. No estoy herido.

Mi mamá me toca de la cara, brazos, piernas, etc.; para checar si estoy bien. Sólo estoy un poco adolorido y cansado; lo único que quiero hacer es tocar mi cama y no despertar jamás.

Mamá me saca velozmente de hospital y me sube a su coche, en donde está mi hermano pequeño casi dormido. Cuando me veo en el retrovisor, me doy cuenta de que tengo ciertas gotas de sangre en mi frente. No tomo tanta importancia porque se que mañana en la mañana ya no van a estar ahí.

Cuando llegamos a casa, lo primero que hago es ver todos los recortes de periódico que tengo pegados en la pared de mi habitación. Me pregunto si realmente todo lo que pasa ahora estará relacionado con los hechos del pasado. Si realmente estamos lidiando con el mismo asesino. O simplemente es otro loco que quiere matar para llamar la atención sin motivo alguno.

—¿Qué te pasó?—Pregunta mi hermano pequeño—Tienes sangre en tu espalda.

—Algo por lo que no debes preocuparte, enanito.

—Mí mamá fue por ti a la policía, ¿mataste a alguien?

—Ya mejor duerme, ¿quieres?

Mi hermano aún no entiende que es lo que está pasando, pero no creo que sea necesario que sepa que probablemente hay un maniático que quiere cortarnos la cabeza.

Me acuesto y esa noche sueño con Alan. Sueño en como lo asesinan y grita mi nombre por ayuda. Soy totalmente inútil. No puedo ayudarlo aunque quiera. Alan muere y sé que el siguiente soy yo.

Por la mañana, todo parece estar bien, parece ser un día normal, pero desgraciadamente, no lo es. Tomo una ducha y cuando me doy cuenta ya estoy yendo a la escuela.

La calle de la escuela está más saturada de reporteros y camionetas que el día anterior, creo que es una maldita tendencia el ataque. Me tienta la opción de no ir a la escuela pero alguien grita mi nombre y todos se vuelven hacía mí, de inmediato todos se acercan y comienzan a hacer preguntas.

—¿Cómo sobreviviste al ataque?

—¿Sabes quién es el asesino?

—¿Cómo te sientes? ¿Estás herido?

Son el tipo de pregunta que realmente no quieres contestar. Sarette me llama y velozmente me saca del lío en el que estoy metido.

—Váyanse a la mierda, a ustedes no les importa.

Y al momento de poner un pie en la escuela, entendí que mí vida dejó de ser mía.  

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5: ¿Advertencia?

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